Esta semana en Oficio de letras, textos de Ileana Garma, una excelente y joven poeta mexicana, cuya vena lírica y precisión en la fabricación de textos es innegable. Aquí presentamos un par de poemas de su autoría. Ileana es una promesa de las letras mexicanas, y además, es conductora de radio, promotora cultural y videoasta de sus propios poemas. Puedes encontrar más sobre ella y sus poemas filmados, en you tube; y el viernes de cada semana te invitamos a seguirla en línea en
De viajes
Ileana Garma
De aquel jardín lleno de columpios
en que anidaban mis lecturas
como demonios que hibernan
de aquel cartón gigante
que llenábamos de garabatos
para cubrirlo de nuevo con una nube
de aquel cartón gigante
cubierto por la nube blanca
antes de comenzar los secretos mensajes
verás que nada permanece
Subimos a una montaña
nos llevó tres días el camino
y la sed y la necesidad de puertas
llegamos a dónde queríamos
¿hemos llegado?
eso dijimos los dos al tomarnos de la mano
sin abrir la boca
o la sangre
las ovejas detrás de la cortina de árboles
lamían el sol
No se llega a un lugar
porque se deje otro
Yo dejé esa muñeca de tela
que un día frío encontramos
sobre una alcantarilla
esa muñeca que en las noches
se deslizaba sobre mi vientre
sobre mi carnicera calma
sobre mi manera de negarte el amor
la dejaba bajar hasta el canto de las ballenas
dejé un sueño de piedras grises
había subido a la carreta y la luna era esa mujer
que desde lo alto dirige a su ejército de cuervos
dejé esa hamaca de colores mexicanos
que una hippie norteamericana me vendió a un alto precio
y que cuando abrí apenas cabía una forzada sonrisa
y tú
supongo que me dejaste a mí
llorando en medio del prado
porque el sol no lo sostenía
ahora tengo una mano entre las mías
no jardines
no columpios
no cuadros
no compañeros que lavan sus carros antes de irse a colgar
tengo una mano en la mía
no te conozco te digo
y ríes
yo no sé si te he amado
no te conozco y esa
es la verdad
Donde nada dura más que una mosca
Ileana Garma
, el carro de mudanza atravesó la ciudad
a veces
la ciudad más grande del mundo
nace en una calle donde el invierno va tirando
donde el invierno
el año terminó sucio y frío
Un hombre que cargaba con los paquetes
resbaló en la escalera
el golpe nos dolió siempre
porque era un desconocido
y llevaba aquel espejo
que compramos sin importar que
nos quedáramos sin comer
Porque era un desconocido
que caía sobre el invierno
sobre la mudanza
y llevaba nuestras viejas cosas
y
Luego todo se convirtió en algo viejo
a veces todo se convierte en
Verás
un año muere más rápido que una mosca
Tú y yo bailamos un par de veces ante las lámparas
luego marchaste con aquel chico
La amistad de dos mujeres termina
siempre por una historia de amor
También me fui con un chico
subí a un avión me puse los audífonos
en un par de horas los muros lejanos
enredaron mi sangre
la llenaron de polvo
Mira
no sé
si probarás aquella duda
de la que hablamos tanto
mientras niños ajenos jugaban en el patio público
mientras lloraban en el patio público
Ahora debes tener un niño en brazos
¿Le dirás que tú y yo hablamos de la duda
en el baño de vapor en los cafés del centro
en ese parque diminuto de lámparas brillantes
en el barrio chino
que tanto te gustaba?
Te debo la duda
el parque en aquel barrio
donde las sombras jugaban entrada la noche
Ahora tendrás a un niño en brazos
La amistad de dos mujeres
deberá terminar
por un hombre
Estás donde querías
yo
puedo ver nuestras siluetas
como enredaderas trepando por la calle
buscando silenciosas el patio público
buscando
A veces
una gran ciudad nace
donde dos mujeres se despiden
y las sombras ajenas
Sentía que me estabas estafando
cuando decías que nada era eterno
Mira
y veía tan segura tu cabellera abierta en la noche
Escucha
hay un sol a la deriva
hay un sol a la deriva
enterrado en mis venas
te lo debo
la duda la certeza y lo demás costurado a la lluvia
donde tantas habitaciones viejas se mezclaron
y aquel señor que resbaló con nuestro espejo
cuando el año terminaba para nosotras
donde nada dura más que una mosca
donde nada
Ileana Garma.
Becaria en el 2005 en la categoría de Jóvenes Creadores, especialidad Poesía, por el Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Yucatán FOECAY. Diplomada en Literatura, Protocolo y Periodismo por la editorial Santillana 2006. Egresada de la escuela de Creación Literaria de la Sociedad General de Escritores Mexicanos 2008. Premio Estatal de Poesía Jorge Lara 2005. Premio Estatal de Poesía José Díaz Bolio del Patronato Pro Historia Peninsular PROHISPEN 2005. Premio Nacional de Poesía Charles Bukowski 2008. Premio Nacional de Poesía Francisco Javier Estrada 2008. Ganadora del torneo de poesía VersoDestierro 2009. Libro de poesía 2006 Itinerario del agonizante por el Ayuntamiento de Mérida. Forma parte de las siguientes antologías: Del silencio hacia la luz: Mapa poético de México. La otredad: Antología de Poesía Yucateca. Nuevas Voces en el laberinto: Escritores nacidos a partir de 1975 y Antología del beso en la poesía Mexicana. Plaquette de poesía Y el estado de sitio por La Catarsis literaria El drenaje 2010.
En Oficio de Letras también nos gustan los toros. Y no es que presentemos inclinaciones zoofílicas o queramos presumir de una tradición sanguinaria, que nos provocaría entrar en controversia contra los muy justos protectores de los animales. Sucede que el siguiente texto de Ulises Paniagua trata la fiesta brava, pero desde un punto de vista muy particular, que podría incluso no disgustar a aquéllos que se niegan a asistir a una corrida de toros en su vida. Los invitamos a conocer la particularidad de este cuento, y a disfrutar de sus letras, si lo consideran meritorio.
Becaria en el 2005 en la categoría de Jóvenes Creadores, especialidad Poesía, por el Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Yucatán FOECAY. Diplomada en Literatura, Protocolo y Periodismo por la editorial Santillana 2006. Egresada de la escuela de Creación Literaria de la Sociedad General de Escritores Mexicanos 2008. Premio Estatal de Poesía Jorge Lara 2005. Premio Estatal de Poesía José Díaz Bolio del Patronato Pro Historia Peninsular PROHISPEN 2005. Premio Nacional de Poesía Charles Bukowski 2008. Premio Nacional de Poesía Francisco Javier Estrada 2008. Ganadora del torneo de poesía VersoDestierro 2009. Libro de poesía 2006 Itinerario del agonizante por el Ayuntamiento de Mérida. Forma parte de las siguientes antologías: Del silencio hacia la luz: Mapa poético de México. La otredad: Antología de Poesía Yucateca. Nuevas Voces en el laberinto: Escritores nacidos a partir de 1975 y Antología del beso en la poesía Mexicana. Plaquette de poesía Y el estado de sitio por La Catarsis literaria El drenaje 2010.
En Oficio de Letras también nos gustan los toros. Y no es que presentemos inclinaciones zoofílicas o queramos presumir de una tradición sanguinaria, que nos provocaría entrar en controversia contra los muy justos protectores de los animales. Sucede que el siguiente texto de Ulises Paniagua trata la fiesta brava, pero desde un punto de vista muy particular, que podría incluso no disgustar a aquéllos que se niegan a asistir a una corrida de toros en su vida. Los invitamos a conocer la particularidad de este cuento, y a disfrutar de sus letras, si lo consideran meritorio.
Crónica del Minotauro
Ulises Paniagua
“El torero sigue siendo mítico y, cuando expresa la valentía humana frente a la bruta, el pueblo se enardece y los viejos entusiasmos reaparecen.”
Enrique Tierno Galván
He aquí que se dirige al ruedo, vestido de oropeles y luces, en el encuentro mortal con el primero y único de la tarde. He aquí que se llega, soberbio y decidido, implacable matador cuya atención se concentra en la difícil y próxima tarea.
Levanta los puños y los aficionados gritan eufóricos, se le entregan sin reservas. Se acerca con gentileza a la barrera, y dedica la faena a una niña triste de ropa sucia, quien ríe halagada, en una butaca del primer tendido.
De la puerta de chiqueros, parco y cabizbajo, trazando con pies de plomo el camino que debe cumplir, ingresa el animal de lidia. Lo anuncian con el nombre de Suspiro. El sudor baña su torso desnudo mientras sobre su piel rasposa se proyectan reflejos premonitorios. Se trata de un ejemplar proveniente del encierro de Atlacomulco, un negro medio bragado de ochenta y cinco kilogramos de peso, quien, en hechuras y pelos, no está del todo en las carnes justas.
Un pasodoble y un toque de clarín regalados desde las gradas, anuncian el inicio del primer tercio. Al salir el animal, el matador aprieta los dientes. Vuelven los recuerdos punzantes del maltrato que sufrió cuando trabajaba en los turbios cruceros de la ciudad limpiando parabrisas; vuelve esa maldita sensación del hambre y la gastritis a la altura del alma, el azoro que implica caminar las calles en una noche oscura, el terror inflacionario, el asesino fantasma del desempleo. Vuelve en fin, el recuerdo de la injusticia perpetrada lustro tras lustro en este país de olvido y polvo. Entonces siente que el odio le obliga a consagrarse esta tarde.
A Suspiro, en cambio, lo detiene el miedo. Guarda su distancia y esconde la bravura. Desde que el pueblo decidió promulgar y ejecutar la Ley Talionaria Constitucional, se había sentido desfallecer, porque sabía que en su persona quedaría el primer escarmiento.
Una voz en el altavoz de la plaza anuncia: “en la Ley Talionaria Constitucional, se establece que el país tiene derecho a decidir sexenalmente, y mediante el recurso del plebiscito, la ejecución de uno a tres de los expresidentes de la República , cuyo desempeño haya atentado con los cargos de alevosía, ventaja o premeditación, contra los recursos naturales de la nación, su economía y desarrollo tecnológico o cultural”. Por supuesto, la afición sabe de antemano que dicha ley es más específica en cada uno de sus puntos, pero le basta por el momento saber que al fin ejercerá una función vengativa.
Después de escuchar el toque de clarín que anuncia su presentación, Suspiro -ese ex presidente angustiado- tuvo que lanzarse sobre el toreador contra su voluntad, con la furia recluida dentro de sus huesos calcinados por la osteoporosis. Buscó en su interior la violencia que aquella muchedumbre desatenta y voraz le despertaba con su desagradecimiento; buscó ese coraje que necesitaba para enfrentar una muerte segura a manos de aquel limpia parabrisas anónimo, quien ahora se hallaba convertido, de manera irónica, en la figura del momento.
Detrás de la barrera, como prueba fehaciente de la crueldad que las masas habían exigido contra los delincuentes, un grupo reducido de algunos otros ex presidentes observaba indignado el espectáculo, aguardando turno para alguna de las próximas corridas: al inicio de la fiesta, en el paseíllo, se atrevieron apenas a intercambiar algunos tímidos comentarios. Cuando en el segundo tercio a Suspiro le clavaron el primer par de banderillas, una ola de ansiedad colectiva comenzó a apoderarse de sus corazones.
En el tercer tercio, cuando el lidiador (que andaba en gran plan y dueño de una disposición sin límites) pisó con firmeza el sitio que poseía, se aventuraron a sentir un poco de miedo. Pero en el momento en que el animal semejó un guiñapo ridículo ante la maestría de los derechazos y los pases de verónica ejecutados con la muleta, supieron que el poder ejercía, contra lo que hubiese podido suponer cualquier tratado maquiavélico, una influencia eventual sobre cualquier vulgo.
Al final de la corrida, cuando después del estoque vieron a la bestia caer y sacudirse de manera espasmódica, lanzando sangrientos escupitajos, boqueando y agonizante, un escepticismo terrible se apoderó de cada uno de ellos.
No quisieron quedarse a mirar ese cadáver vergonzante, quien silencioso, clamaba piedad durante el arrastre lento. Llenos de pesar, los invitados a la ejecución -y próximos astados- dieron media vuelta y abandonaron el estacionamiento de la plaza en su Mercedes Benz, ignorando los vítores y ovaciones de un público sublimado ante la labor impregnada de torerismo de una figura espigada y enjuta. Uno de ellos, El Perro, quien gobernara por allá de la década de los ochenta del siglo pasado, se atrevió a reconocer:
-Para ser un pinche limpiaparabrisas de mierda, tiene mucho oficio el desgraciado. A mí me gustaron los dos últimos pases que dio. Además, creo que Suspiro se los merecía.
Ulises Paniagua Olivares (México D.F. 1976)
Narrador, poeta, videasta y dramaturgo. Se graduó como arquitecto en el Instituto Politécnico Nacional. Ha publicado, en colectivo, cuatro libros de cuento (Cuentos dispersos, Nuevo cuentario, El silencio se mudó al armario y Cuentos húmedos), todos ellos bajo el sello editorial de la Universidad Nacional Autónoma de México. También publicó, en 2009, el poemario De amor y otras miserias, bajo el sello editorial Fridaura, y el libro de cuentos Patibulario, en el 2011, con la editorial Mutibilda. Su obra ha sido divulgada en diversas revistas y diarios nacionales e internacionales. En el 2007 recibió una mención honorífica en el Concurso Nacional de Cuento Criaturas de la Noche , del Instituto Coahuilense de Cultura. En el 2008, fue incluido en la antología de Poesía Latinoamericana Giulia Gonzaga,de la revista Lo Spazio (Italia) Algunos de sus poemas han sido traducidos al inglés, al alemán y al italiano
Correo electrónico: sesilu7@yahoo.com.mx